Te regalo mi cintura y mis labios para cuando quieras besar te regalo mi locura y las pocas neuronas que quedan ya. Mis zapatos desteñidos, el diario en el que escribo, te doy hasta mis suspiros pero no te vayas más. Porque eres tú mi sol, la fe con que vivo, la potencia de mi voz, los pies con que camino, eres tu amor mis ganas de reír, el adiós que no sabré decir porque nunca podré vivir sin ti.
Si algún día decidieras alejarte nuevamente de aquí, cerraría cada puerta para que nunca pudieras salir.

9 de abril de 2011

A las cinco en el Astoria

Pantalones blancos, camiseta rosa de tirantes, pendientes largos y melena suelta. Nerviosa, muy nerviosa, con el corazón a mil, cada vez mas cerca de ti. El tumulto de gente en el metro me ponía más nerviosa aún. Yo me limitaba a mirar al suelo o al cristal del vagón, pero no podía evitar sentirme observada.
Aquel día no era un día como los demás, era una tarde soleada del 21 de mayo, una fecha que jamás se borrará de mi mente. Sumergida en mis pensamientos y temblando de la emoción, llegó mi parada. Me bajé rápidamente y al poco rato ya estaba subiendo las escaleras que me llevarían a ti. Miré el reloj, que marcaba las cinco en punto. Los últimos escalones se me hacían eternos, pesados, a cada paso que daba mi corazón parecía salirse de mi pecho. Te busco con la mirada y no te encuentro pero ,de repente, allí estas, sentado en un banco, con tus gafas de sol  y esa camisa blanca que tanto me gustaba. Me quería morir, morir de amor. En mi vida he estado mas nerviosa que en ese momento, me temblaba la voz y no sabía ni que decir; una sonrisa nerviosa y un tímido "hola" fue todo cuanto pude expresar. No me salían más palabras, estaba absorta en ti , contemplándote como si fueras un monumento.
(...)
Ya en la habitación me cogiste de la cintura y me plantaste aquel beso tan dulce y lleno de amor que me entraron ganas de devorarte. Me apoyaste contra la pared y ,uno a uno, fui desabrochando los botones de tu camisa, con el pulso acelerado, con ganas de ti. Tus labios se fundían en mi boca, como un hielo abrasador, tus caricias erizaban mi piel, tu cuerpo me incitaba a perder la cordura, a viajar por la senda del placer. Tus manos y tus labios se perdían por los rincones mas secretos de mi cuerpo, haciendome enloquecer. Ternura, pasión, locura, amor...Tanto habíamos deseado ese momento que nuestras almas no podían estar mas llenas de felicidad...Fue algo increíble, maravilloso...fue algo que traspasaba los límites del paraíso.



Tantos momentos, tanto amor, tanta ilusión...algo que
ya no es mas que un mero recuerdo.

No hay comentarios: