Te regalo mi cintura y mis labios para cuando quieras besar te regalo mi locura y las pocas neuronas que quedan ya. Mis zapatos desteñidos, el diario en el que escribo, te doy hasta mis suspiros pero no te vayas más. Porque eres tú mi sol, la fe con que vivo, la potencia de mi voz, los pies con que camino, eres tu amor mis ganas de reír, el adiós que no sabré decir porque nunca podré vivir sin ti.
Si algún día decidieras alejarte nuevamente de aquí, cerraría cada puerta para que nunca pudieras salir.

27 de febrero de 2011

Querer y no poder

Día estupendo. El cielo estaba despejado y parecía que el sol brillaba más que nunca. Naira caminaba alegre y a la vez nerviosa. Su corazón palpitaba rápido. Sí, tenía ganas de verle. Es algo que ella no imaginaba que podría pasarle. Algo dentro de su corazón le decía que era él y no podía evitar la tentación de querer saberlo. Se acercaba la hora, se acercaba el momento. Ambos jóvenes se regalaron una dulce sonrisa al verse. Después de varios minutos a solas, el chico de cabello rubio claro la abrazó con fuerza y ella ,sorprendida, le devolvió el abrazo que tanto había esperado. Unos cuantos besos cálidos recibió la chica en la mejilla, que hicieron que no pudiera dejar de sonreír. En ese momento no pensaba en nada, hacía mucho que no estaba tan feliz. De repente, una mirada se cruzó entre los dos jóvenes, una mirada que llevaba sellado un mensaje, el cual se podía leer en los ojos de ambos. Aquel mensaje decía: Bésame.
..Un dulce y deseado beso al fin recorrió los labios de la chica, un dulce y deseado beso de aquel joven de ojos marrones que le hacía sentir tan especial.
Parecía que ya todo iba viento en popa pero en realidad no era así, después de despedirse, Naira se dirigió a su casa. Se sentó en la cama y pensó en todo lo que había pasado. Seguidamente, unas lágrimas recorrieron sigilosamente sus mejillas. Un mar de tristeza inundaba su corazón. Recuerdos que habitaban en su alma volvían a resurgir, impidiendo que fuera ella misma, impidiendo que fuera feliz. Tenía miedo a sufrir, a enamorarse. A pesar de que sabía que aquel chico no era como los demás, no podía avanzar, se quedaba estancada en los recuerdos, esos malditos recuerdos que la encerraban y la hundían en lo más profundo de su alma. Era querer y no poder.







Y es que Amar hasta desgarrarte el corazón al final pasa factura.

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