Te regalo mi cintura y mis labios para cuando quieras besar te regalo mi locura y las pocas neuronas que quedan ya. Mis zapatos desteñidos, el diario en el que escribo, te doy hasta mis suspiros pero no te vayas más. Porque eres tú mi sol, la fe con que vivo, la potencia de mi voz, los pies con que camino, eres tu amor mis ganas de reír, el adiós que no sabré decir porque nunca podré vivir sin ti.
Si algún día decidieras alejarte nuevamente de aquí, cerraría cada puerta para que nunca pudieras salir.

12 de febrero de 2011

Viaje de verano


El aire fresco movía ligeramente los cabellos morenos de la joven mientras sus ojos se deleitaban con aquel hermoso paisaje que podía contemplar a través de la ventanilla del coche. Su rostro reflejaba una gran alegría que se acentuaba cada vez que se iban acercando al destino del viaje. Aquel destino era un pequeño pueblo al que iba Naira desde que tenia uso de razón y, a pesar de ir siempre a veranear allí, le seguía gustando tanto como la primera vez que lo visitó. A la joven le encantaba el aire fresco que se respiraba en aquel lugar y contemplar las enormes montañas que lo rodeaban, pero, sobretodo, le encantaba sentir esa libertad que llenaba todo su ser y que le hacía estar llena de alegría y vitalidad.
Todas las mañanas cruzaba el gran prado verde característico de aquel agradable lugar, el cual estaba repleto de miles de coloridas y variadas flores. Caballos, vacas y ovejas se dejaban ver caminando sobre la verde pradera y algún que otro habitante pueblerino podía divisarse a lo lejos trabajando en su huerto.
Tras cruzar el extenso prado, Naira se dirigía a la zona más asombrosa y espectacular del pequeño pueblo. A medida que caminaba por entre los robustos árboles de un camino arenoso, se hacía más notorio el canto musical de numerosos pájarillos que volaban alegremente hacia la joven, como si estuvieran dándole la bienvenida. Al final de aquella senda, Naira siempre se tumbaba en el suelo y cerraba los ojos, escuchando atenta el sonido de lo que parecía una estrepitosa corriente de agua, y en efecto, era un ruido procedente de una fascinante cascada. Paz y armonía era lo que la adolescente sentía cuando iba aquel lugar y esa era la razón por la cual nunca dejaba de ir.
Aquella estancia tan maravillosa imaginaba su mente mientras el destino del viaje estaba cada vez más cerca. Pero lo que no imaginaba era que iba a conocer a una persona que iba a cambiar completamente su vida.

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